15 jul 2009

Tres textos

Bueno, pues hoy he subido bastantes cosillas, ya dije no puedo evitar que mi blog sea un batiburillo, y es que hay veces que me agobio... ainsss, y quito cosas que deberían de estar... Ya busco los dibus de los pájaros...
Hale a disfrutar con los cuentos.

El número 47.
Todo en mi vida giraba en torno al número 47.
47 ovejas tenía mi rebaño.
Vivía en el número 47.
Tenía 47 vecinos.
Me examiné 47 veces del carné de conducir.
Lástima que cuando cumplí mi 48 cumpleaños dejé de creer en cábalas.

¿Dónde guardas tu sonrisa, Marina?
Aquella mañana Marina se despertó y al tocar su cara se dio cuenta que su sonrisa había desaparecido. “Horror” pensó Marina. Fue a buscar en su espejo la sonrisa y se aseguró de que no estaba. La buscó en la taza del váter a ver si esta mañana cuando fue al baño se le había caído, fue corriendo hasta su dormitorio y miró debajo de la almohada al lado de donde guarda a su osito. Y nada, tampoco. Buscó en los armarios, íncluso en la caja de los juguetes pero nada.
No nos das los buenos días Marina, decían sus padres, y Marina no podía decir nada, es que parecía que su boca había desaparecido. Sus padres le decían pero Marina alegra esa cara. Cogió el almuerzo y la mochila con sus libros y se fue al colegio, allí todo el mundo estaba contento, y ella no podía sonreír, que pena, pensó marina. Pasó las hojas del libro de matemáticas, por si acaso pudiese estar allí, ya que fue el último sitio donde recordaba haber sonreído, sí, sí, a Marina la gustan mucho las matemáticas y le resultan muy divertidas.
Llegó la hora del recreo y como no tenía sonrisa nadie quería jugar con ella, entonces se puso muy triste y empezó a dar vueltas por el patio con la cabeza agachada, cuando de repente ¡clon! Se pegó un porrazo contra un niño que también iba con la cabeza agachada. Le miró fijamente, le volvió a mirar fijamente y miró por una última vez. “Caramba” pensó Marina este niño tampoco tienen sonrisa. Y muy seriamente se miraron, se volvieron a mirar y miraron por última vez… Entonces con tanta seriedad les dio primero por sonreír, su sonrisa había vuelto, después de sonreír se pusieron a reír, hasta que al final comenzaron a carcajearse… Y por algún extraño motivo comenzaron a bailar. Y al momento todos los niños y niñas del colegio bailaron con ellos también, y todos rieron. Desde ese día cuando Marina se levanta y cree que ha perdido su sonrisa se acuerda de este día y se pone a bailar.

Texto de mi sobrino Lucas (cuando tenía tres años y medio) Que tiemble Monterroso.
Érase una vez una niña que quería tocar la luna. Se subió a la ventana pero no la tocó. Se subió a una mesa y tampoco. Se fue de camping a la montaña, levanto la mano y dijo ¿qué estoy tocando? Era la luna. Estaba tan orgullos que se le olvidó comerse el bocadillo.

3 comentarios:

Sara Morante dijo...

...Tu sobrino es un crack...

Alberto Sobrino dijo...

Siiii, digo si mientras recojo mi babilla con una fregona

Silvia Plana Pintoretto dijo...

No he podido ir al espantapajaros de tu Serrada del alma, pero si te sirve,aun quepo en el minicuento del 47, hasta septiembre que tendré una oveja más para soplar.
Aupa!